
Inauguramos nuestro blog hablando de la conservación del jamón ibérico, una auténtica joya gastronómica de nuestra tierra que debemos saber conservar y consumir de la mejor forma para no perder su olor, sabor y textura.
Un jamón ibérico no necesita grandes medidas de conservación pero sí es importante mantenerlo en un lugar seco y fresco. A parte, si compras un jamón entero, puedes conservarlo colgado en sentido vertical o apoyado en un jamonero. Otra opción es despiezarlo y/o lonchearlo y envasarlo al vacío para que dure más tiempo. También es preferible guardarlo en un sitio oscuro o poco iluminado.
Lo que sí está claro es que una vez cortado lo ideal es consumirlo en el momento, a temperatura ambiente; por tanto, no cortes demás. Si te sobra, la solución más rápida es envolver el jamón sobrante en un papel parafinado para evitar el contacto con el aire.
Si eres de los que siempre tiene un jamón en casa, en la despensa o encima de la mesa de la cocina, mi consejo es que una vez termines de cortar la cantidad que vas a consumir, cubras la parte del corte con unos trozos de la grasa que tuviste que quitar o con un trapo empapado levemente en aceite, de forma que la grasa superficial se mantenga siempre fresca.
Lo que desaconsejo totalmente es congelar el jamón. El proceso de congelado de un jamón ibérico acaba con todas sus propiedad de olor y sabor al someterlo a tan altas temperaturas, así como rompe la textura propia del jamón ya que el agua se introduce entre las fibras de la loncha de jamón. Igualmente, jamás tapes las lonchas de jamón con film transparente ni con papel de aluminio.
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